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domingo, 24 de abril de 2016

Situación de sueño

Hace ya unos cuantos años, en este mismo blog publicaba un artículo que se llama Situación de calle
Allí me refería a la entonces canditata a vicejefa de la ciudad de Buenos Aires, y hoy gobernadora de la provincia idem.


Personas en situación de calle

El tema, sugerido más que dicho en el citado artículo, era el eufemismo, ¿nocierto? Para ello, ponía a los perros de la calle al lado de un señor en situación de calle. Y hablaba de mis necesidades básicas satisfechas, según el faraón Maslow. (Bueno, todo aquél que tiene una pirámide merece ser faraón, ¿o no, Yoko?) Porque, ¿qué cosa es la "situación de calle"? ¿Hay perros en situación de calle? No: hay perros de la calle; que hasta película tienen.
Pero no está bien decir gente de la calle. Porque enseguida nos remite a que no tienen un lugar donde vivir. Y no tener un lugar donde vivir es no tener un lugar donde bañarse, donde dormir, donde satisfacer las necesidades básicas, esas que están en la base de la pirámide de Maslow. Y no está bueno hablar de esa gente, porque para ellos "el gobierno va hacer algo, va a presentar un proyecto, va a convocar a los gremios" (mientras que, en contraposición, ya se les pagó a los buitres, se bajaron las retenciones, se liberó el tipo de cambio, se lamenta por cómo suben los precios).

Hace unos días, el 21 de abril de 2016, en el programa Minuto 1 que conduce el periodista Gustavo Sylvestre, la diputada del PRO Gladys Gonzalez dijo una cosa semejante: "gente que pasó a situación de desempleo".

Le planteo al lector desprevenido que suele pasar por estas páginas que se tome un momento para analizar la frase en cuestión.

Pregúntese, querido y desprevenido lector, ¿qué quiere decir situación de desempleo?

Y pregúntese, a continuación: ¿cómo hace una persona para pasar a situación de desempleo?

Da toda la sensación de que esa persona ha decidido llegar a tal situación. Algo así como decir que pasará a tomarse vacaciones, o pasará a visitar a su abuelita, ¿nocierto?

¿No es de un cinismo enorme decir semejante oración? Pero sin importar si es que sí o no, lo que semejante frase nos dice es que hay gente pensando en cómo decir las cosas. No es que alguien echó a alguien más de su trabajo. Es que el actual desocupado DECIDIÓ (por sí mismo, entiéndase) PASAR A SITUACIÓN DE DESPIDO. O sea, se levantó una mañaña y dijo "vieja, la verdad es que estoy harto, hoy voy a pasar a situación de despido". "¿Te parece, bichi?", dirá, con casi total tranquilidad, la esposa. A lo que el señor contestará "sí, qué se jodan, a mí no me echa nadie".

Entonces, para que quede claro, cuando alguna oración no le suene, es porque no suena. Es porque están forzando la realidad, como intenté contarle en otra entrada anterior sobre el recorte de una imagen.

Dicho para el lector muy desprevenido: no hay personas en situación de despido. HAY DESPEDIDOS. Y el que despide es el patrón, o sea el que te contrata, es decir el que tiene la potestad de terminar con el empleo. Porque si el trabajador renuncia, dice renuncié y listo, no anda diciendo "dejé a la empresa en situación de un empleado menos", ¿no le parece?

¡Salud!

jueves, 7 de julio de 2011

Situación de Calle

Esta mañana escuchaba a la candidata a vicejefe de Gobierno por la Ciudad de Buenos Aires hablar sobre la gente en "situación de calle".
Más allá del eufemismo, me vino enseguida al recuerdo un señor que siempre veo en la recova del Paseo Colón, en los días de lluvia o de frío. Generalmente está cerca de una agencia de autos alemanes muy elegantes, con un colchón y algunas pertenencias. Las tres o cuatro veces que lo vi, dormía, con la mano derecha entre la mejilla y la sien, y una sonrisa que podría decirse de satisfacción, como si estuviera en una cama king size en un cuarto calentito.
Pero lo que más me llama la atención es que tiene varios perros, que duermen tan satisfechos como él. Todos tienen su correa, y todos una mantita de esas que se les ponen a los perros de la Avenida Santa Fe, u otras por el estilo, que comen alimentos balanceados y acaso duermen en un sillón y andan hociqueando a los dueños y eventuales visitantes para robarles un mimo.
Tal vez estos perros intenten lo mismo, tal vez con suerte dispar, porque sabemos que no nos causan mucha gracia los perros de la calle de la gente en situación de calle (por así decirlo)
Lo que sí es cierto es que estos cachorros tienen todo el amor y el cuidado de este hombre, que teniendo tan poco, no deja de preocuparse por ellos, dándoles abrigo con sus mantas -que están en muy buen estado, además-, y seguramente les comparte  su comida, que no le debe resultar fácil conseguir.
Estuve tentado de sacarle una foto con mi smart phone, pero recapacité. Creo que no sería justo robarle esa su intimidad en su situación de calle, con su sonrisa y sus perritos y sus pocas sucias cosas.
Después de todo, estaba algo apurado porque tenía que volver a casa para resolver un problema con la estufa, que le cuesta prender y el frío es insoportable.

jueves, 18 de marzo de 2021

Felicidad a plazo fijo

 

Salvador Dalí - "Espacio-tiempo blando" - Reproducción


The sun is the same in a relative way, but you're older

Shorter of breath, and one day closer to death

Pink Floyd – “Time”

 

El sol es el mismo, de alguna manera, pero sos más viejo

Tu respiración es más corta, y estás un día más cerca de morir

(Trad.: Fernando Berton)

 

Hay por lo menos dos maneras de ver el futuro: esperar que pasen ciertas cosas para estar bien, o esperar que pasen ciertas cosas para estar mal. ¡Ah!, qué fácil lo suyo, dirá el viejo lector desprevenido. Y sí, uno a cierta altura del partido intenta no complicarse mucho la vida. Pero bueno, veamos qué es todo esto.

Según David Eagleman, neurocientífico de la Universidad de Stanford, lo que distingue al cerebro humano de otros animales frente a un estímulo es la capacidad de demorar la respuesta. Por ejemplo, si a nuestro gatito, que ha estado maullando por un buen rato, le ofrecemos un plato de comida, lo que hará es ir directamente a comer, y lo hará lo más rápido que pueda. Una y otra vez.

Un humano, en cambio, tiene la capacidad de sentir hambre, pensar qué quiere comer, preparar ese plato de acuerdo a la receta que tiene y luego sí sentarse a comer. Así también los humanos tenemos la capacidad de imaginar algo donde solamente hay pasto, y al cabo de un tiempo hacer un edificio, un estadio o un templo. Es decir, tenemos la capacidad de modificar nuestro entorno para hacernos de un lugar donde guarecernos de la lluvia, del calor, y de cualquier inclemencia del tiempo en general.

Ahora bien, esta capacidad de los humanos para hacernos de un lugar mejor donde vivir crea, al mismo tiempo, necesidades. En efecto, hoy por hoy si una persona no tiene una casa, o vive en la calle, se la llama “homeless”, sin hogar. Acá en Argentina decimos personas en situación de calle. Decíamos en nuestro artículo “Situación de sueño” que este es un eufemismo para decir "personas que viven en la calle", o que no tienen casa, que son pobres, etc. Pero no es ese el punto aquí, sino que nuestro punto de vista es que es imprescindible tener una casa, un departamento o aunque más no sea una construcción precaria donde vivir. De lo contrario entramos en lo peor de la sociedad.

Así, entonces, muchas personas corremos detrás del objetivo de la casa propia. Y ahí ponemos nuestro plazo fijo de felicidad: cuando tenga mi casa voy a ser feliz. Esto, entonces, puede imponer sacrificios bastante grandes: para no gastar mucho, se dejan de lado otras necesidades como salir de vacaciones, tener un auto, ir al cine, comprar ropa, cenar afuera y tantas otras cosas. Lo primordial es la casa.

Pero como este hay un sinnúmero de situaciones que hacen que no podamos disfrutar del presente en pos de un futuro mejor. Podemos querer que todos piensen como nosotros, que no haya embotellamientos de tránsito, que no haga mucho frío ni mucho calor, que no aumente la nafta ni la carne, que comer un asado no provoque cambio climático, que gane Boca, que pierda Boca, que Gardel cante cada día mejor o que no llueva ni cuando salimos de casa o de la oficina, después que llueva cuando quiera.

Es muy frecuente escuchar ese tipo de deseo. Son los que llamamos “futuristas” (que no tienen nada que ver con aquellos artistas de la vanguardia rusa e italiana de comienzos del siglo XX), sino que ponen su felicidad en un futuro promisorio. Hasta que un día, como dice la canción citada al inicio, descubren que están viejos, que sus hijos no los llaman por teléfono, que sus ex esposas crecen en número cada tanto y que la señora de la guadaña pasa por la esquina pispeando a ver si lo encuentra desprevenido una tarde.

Por el otro lado están aquellos que teniendo bonitos planes para las vacaciones, el viaje de fin de semana, el asadito del domingo, siempre le encuentran la quinta pata al gato y se preocupan porque puede aumentar el dólar y entonces el viaje les saldrá el triple o más, que el fin de semana va a llover, que el asado puede salir chamuscado si lo cocina el petizo Aniceto que siempre le manda demasiada mecha, etc. Estos, que a priori tienen todo para pasarla bien, se las ingenian para amargarse. Pero, como decíamos, de un modo u otro no aciertan a encontrar el lado amable de las cosas. Así es que van por la vida esperando imposibles o temiendo que pase lo peor.

El tema es que, cuando se cruzan, pueden ocurrir enormes bataholas. Vean, si no, los programas de panelistas.

 

viernes, 29 de marzo de 2019

Evaluaciòn

Según consigna el diario Perfil, en su artículo del pasado 21 de marzo, en una reunión de Gabinete para analizar los resultados de las pruebas Aprender, el presidente argentino Mauricio Macri afirmó, entre otras cosas, que  "cinco de cada diez alumnos no comprenden textos".

Tal vez eso explica que gane elecciones. Es decir, que los votantes no comprenden sus mensajes, y, confundidos, lo vuelven a elegir (como jefe de gobierno primero, como presidente después). Los votantes de la alianza Cambiemos no lograron entender que las promesas de campaña son solamente eso, promesas, y que nada más sirven para que alguien llegue al puesto al que se postula. Si después cumple o no, no tiene importancia. O tal vez la tenga, no lo sabemos, ya que probablemente no entendamos los textos cambiemitas.

Sigue diciendo el artículo citado que el presidente también afirmó: "La educación nos conecta con la honestidad". Que viene a significar que lo dicho en el párrafo anterior (en caso de que usted, lector desprevenido, no lo haya comprendido) es ni más ni menos que si mentimos para ganar elecciones no importa, porque somos educados y honestos y lo reconocemos. Reconocemos que mentimos, y eso es mucho más importante que cumplir las promesas electorales.

Será por eso, entonces, que el presidente Macri anda diciendo cosas todo el tiempo que luego no se cumplen. Si total la mitad de los alumnos no lo comprende. Y quien dice la mitad de los alumnos, dice la mitad de los votantes, ¿no es cierto?. Pongamos un par de ejemplos más, en la vana ilusión de que, al menos, quien pueda llegar a leer esto comprenda la mitad (haciendo una forzada interpretación de la frase presidencial, claro).

En su viaje a España en febrero de 2017, el primer mandatario afirmó: “Los argentinos dijeron basta de echar la culpa al mundo de lo que nos pasa”. Pero bueno, como bien dice este blog, las cosas pasan. Así, el 12/09/2018,  brindó una entrevista al periodista Jorge Lanata, que le preguntó si creía que la suba del dólar  (la de 2018, no la de ahora) era un tema de lucha de ciertos operadores políticos enfrentados con el gobierno. Macri respondió que creía que no, y que era un tema "más profundo a la vez que superficial" (sic) y luego dijo su famosa frase de "veníamos bien pero pasaron cosas". Y ahora sí se podía echar la culpa al mundo, que según sus palabras "estaba más volátil".

Pero volviendo al 2017, en la reunión con el rey de España, el presidente pidió ser "evaluado por ese gran objetivo que tengo que es  a reducir la pobreza y la exclusión" (sic). Algo que había dicho, también, casi un año antes, en conferencia de prensa en la quinta de Olivos, y ante las nuevas estadísticas del INDEC: "A partir de aquí quiero ser evaluado como Presidente"

No estamos seguros de haber entendido por completo, pero ante la reiteración del pedido y del tema, suponemos que lo que el presidente quiso decir es que busquemos en los resultados de su gestión. Para lo cual vamos a apuntar datos del INDEC que comenzó a funcionar bajo su gobierno con nuevas reglas, según se dijo, para no ocultar los datos. En consecuencia, si miramos el informe Incidencia de la pobreza y la indigencia en 31 aglomerados urbanos, publicado el 29 de marzo de 2019, vemos que esos indicadores, desde el segundo semestre de 2016 al segundo semestre de 2018 (ver cuadro de la página 3 del informe citado), han ido a la baja.

Fuente: INDEC, Encuesta permanente de hogares

En síntesis, la evaluación que hacemos de "ese primer objetivo que tengo como gobierno y por el cual espero ser evaluado que es a reducir la pobreza y la exclusión que existe en la República Argentina" no es muy satisfactoria a la luz de las estadísticas que el organismo muestra. Organismo que, por otra parte, se basa en datos elabroados durante su mandato, el mismo por el que pidió ser considerado.

Las estadísticas muestran que hay cada vez más gente en situación de pobreza e indigencia. Y hay, también, cada vez más gente en la calle. Quienes caminamos, tomamos un tren, un colectivo, un subte, vemos cómo a cada rato hay gente que pide, familias que van a parar bajo las autopistas, ocupan esquinas, veredas o lo que puedan. Con sus colchones y pocas pertenencias. Con sus sueños rotos y su dignidad tirada a la basura. Para ellos, el cambio ha sido brutal.


Gente en la calle
Desde este lugar de Cosas que pasan, nos preguntamos si el presidente Macri les hablará a las personas de la calle cuando dice que "La gente tiene que aguantar, tenemos que tirar todos juntos de este carro, no hay soluciones mágicas, yo estoy convencido de esto, estoy dejando la vida en esto". Nos preguntamos qué más estarán dejando las personas que tiran sus colchones en la veredad. Nos preguntamos si Macri será capaz de caminar un poco y decirles eso en la cara a todos los que día a día se ven en la necesidad de abandonar una vivienda que ya no pueden pagar para ir a mendigar, a vivir a la intemperie, y a tirar junto al presidente del carro.

PD: Las citas son de medios que son afines a, o no demasiado críticos de, este gobierno, para no caer en un análisis hecho puramente desde los opositores.

Fernando Berton
29 de marzo de 2019

lunes, 8 de abril de 2019

¿Cuánto vale la basura?

Este es un artículo del cansancio. La verdad es que no pude encontrar un momento para buscar con ganas los precios que voy a mencionar aquí:

Según el gobierno de la ciudad, se realizó en el año 2008 un mapa digital para lo que se consideraron alrededor de 12000 (doce mil) manzanas.

Si hacemos una cuenta exageradamente simple, considerando que la ciudad en verdad tiene doce mil manzanas, ni más ni menos, obtenemos como resultado que en algún momento la ciudad tuvo que comprar doce mil contenedores de basura. (en la foto que inicia el artículo se ve un poquito, en primer plano hay un paquete que antes fue embalaje y que ahora es basura que no llegó al contenedor, y que acaso fue arrojado por el propietario de las zapatillas, acaso no). Pero para quien no lo tiene claro, nos refereimos a estos contenedores:

Aquí se ve un poco mejor que el paquete no llegó al container, lo que lo convierte en suciedad urbana (no se ve con tanta claridad el propietario de las zapatillas al que, injustamente, acusamos de ensuciar una vereda)

Ahora bien, ¿a qué viene todo esto? A que, hace unos años, la basura se sacaba en bolsitas y no había contenedores. Los recolectores de residuos (o basureros) pasaban corriendo por las calles y levantaban las bolsas.

En un momento que no recuerdo bien, pero que fue alrededor de 2013, la ciudad de Buenos Aires decidió modificar ese sistema, y se pusieron los contenedores. Eso que vemos allí.

Acá viene la parte de la vagancia: no logré encontrar el precio de esos contenedores. Encontré otros, que se les parecen. Y acá reconozco el error de este artículo: no sabemos bien cuánto cuesta uno de esos contenedores. Pero suponiendo que fuera este
Eso nos da unos 390 dolares. A uno por manzana, tenemos que el gobierno de la ciudad debió invertir algo así como USD 4.690.000 (DOLARES ESTADOUNIDENSES: CUATRO MILLONES, SEISCIENTOS NOVENTA MIL) Redondeando, claro.

No alcancé a investigar cuánto vale un camión. Pero si un auto cualunque vale entre trescientos mil y quinientos mil pesos, imagine el lector el costo de un camión.

¿Y todo para qué? Para que de pronto te pongan un contenedor de basura en la puerta de tu casa, que en general huele bastante mal con los desechos que contiene, sin contar el olor a meo de todos aquellos que los han confundido con baños públicos. Más la cantidad de personas que buscan en la basura su sustento diario, que empezaron siendo cartoneros, después se los llamó recuperadores urbanos y ahora son sencillamente personas en situación de calle.

Y que, además, te pongan uno o dos contenedores (lo cual aumenta la cuenta que sacamos antes, pero sepa usted disculpar nuestra vagancia) poco antes de la parada del colectivo, lo que, por un lado, dificulta ver si viene o no viene el colectivo. Y, cuando viene, le dificulta al mismo arrimar al cordón para que suban los pasajeros. Lo que, en definitiva, dificulta el tránsito. En fin, una serie de eventos desafortunados si no fuera que cuestan una millonada.


Sin contar, claro, el valor de los nuevos camiones, que no hemos tenido la presencia de ánimo de averiguar.

Todas estas cosas, tiradas así al voleo, sin mucho rigor investagativo, muestran, querido lector desprevenido, que lo único que les interesa a los gobernantes de la CABA es sacar plata de donde puedan.  Porque resulta que por esto, a usted,  querido consorcista desprevenido, le aumentaron las expensas. Y que se tome debida nota de que esto no es una diatriba en contra de los porteros, más bien todo lo contrario. Pero claro, usted, que tiene que pagar un poco más de expensas, seguramente le echará la culpa al portero que ahora tiene que cargar las bolsas todas juntas hasta donde está el conenedor, y no al gobierno de la ciudad que gastó casi cinco palos verdes en comprar contenedores que después va y pone justo en la parada del colectivo, o en la puerta de tu casa para que venga un cualquiera a mearlo y te llene de más olor la puerta de tu casa.

Sepa disculpar usted el desorden.


Fernando Berton
Abril, MMXIX

sábado, 9 de septiembre de 2017

Citas


Las buenas intenciones sólo producen mala literatura, dice Gide. Pasa con mucha novela que se pretende “realista”. Se quiera o no, toda novela propone una moral. ¿Cuál moral? ¿La que imponen los convencionalismos mediáticos? A la vez, ¿qué significa ser un autor “realista”? Los tipos “realistas” son de la peor calaña: allí los tienen del otro lado del mostrador en los bancos. Sin embargo, me digo, la novela en que trabajo, a mi pesar, a pesar de mi propósito de laconismo y austeridad en el lenguaje, también es una novela moral. Por tanto, le desconfío, la abandono cada tanto. También me doy cuenta: hace rato que perdí la inocencia y la confianza omnipotente en la escritura. A veces pienso, por ejemplo, al llevar un diario, que escribo por pura vanidad de la letra

Guillermo Saccomano, en https://www.pagina12.com.ar/61522-preguntas-despues-de-una-pregunta

En ese sentido iba un artículo que le recomiendo siempre al lector desprevenido de este blog, que se llama Situación de callePor esas cosas de la vida, dejé de pasar por ahí. Volví años después, y el hombre que ahí dormía junto a sus perros ya no estaba. Supongo que habrá encontrado un lugar mejor donde vivir, quizás un empleo que le permita pagar una pensión, ¿quién sabe?

Imagen tomada de Shunko,  de Jorge W. Ábalos; Losada; Buenos Aires; 2014 (1ra edición de 1959)


Decía Saccomano que la escritura realista impone siempre una moral. Shunko, de Jorge W. Ábalos es una novela realista. Y tiene la cualidad de ser el portal por el que ingresé a la literatura. Yo tenía unos nueve años -más o menos la edad de Shunko- cuando dí con este texto. Hoy vuelvo a él, movido por cuestiones personales, y puedo coincidir con Saccomano en que hay una mirada huinca sobre el mundo preexistente en estas tierras. No por nada el narrador es un maestro que se autodenomina "señor" al ponerse en boca de los chicos.

Pero es una mirada blanca sobre ese mundo negro que nos hace soñar. Que busca, en la ingenuidad del docente, darles nuevas armas a los chicos, es cierto, pero que también nos pone frente a los ojos a unos pibes que, aún siendo de tan lejos, de una cultura tan otra, comparten con el pibe de Capital una mirada ingenua de las cosas.

Esa Josefina que le dice al maestro "sos lindo", acaso queriendo decirle que es bueno, me conmueve. Me conmueve la carta del maestro a Shunko porque lucha toda el tiempo por asimilarse a los indios. Pero no puede. El maestro quiere a toda costa compartir el mundo de esos chicos, formar parte de ese mundo, creer que los ex alumnos lo extrañan y acaso lo necesitan. Me conmueve la despedida de Shunko: "tu alumno que antes era". Este maestro se debate entre "educar" a la manera hunica o dejar que vivan de acuerdo a sus tradiciones. A su Cultura.

Entonces, lleno de nostalgia, en su vida de ciudad, escucha el llamado de los chicos y dice "allá voy, salvajes..."

A pesar de todas sus contradicciones, Jorge W. Ábalos consigue poner el punto de vista en el niño santiagueño, en la mujer y el hombre sufridos de esa provincia tan seca en la tierra y tan rica en chacareras que son de las músicas más alegres de estos lares..


Fernando Berton
Setiembre, 2017

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Consiglio Tour

Plaza Sinclair - Conejors - 2018


Mientras  pensamos si Plaza Sinclair [1] es un lugar imaginario, se nos ocurre que la literatura de Jorge Consiglio siempre nos invita a dar un paseo.  Ya sea por Marrakech, Villa del Parque, Diagonal Sur o Mogadiscio. Y si no es por un lugar específico, igual nos pide “Viajar, viajar” (así como Leonardo Favio nos pedía Soñar, soñar)
Plaza Sinclair es un poemario divido en tres partes: los cuadernos de Gari, el viaje –como no podía ser de otro modo– de Gari, y cenizas del insomnio, lo que da una idea de unidad a todo el libro. No es que los poemas no puedan entenderse en sí mismos, pero la idea de una narración está siempre presente.
A lo largo de estas páginas encontramos una poesía que podríamos asociar a lo conocido como “poesía de la observación”. Hay una gran acumulación de detalles en muchos poemas, incluso con marcas comerciales, que nos ponen en un aquí y ahora, en un mundo real:
Veo un muchacho
gordo, en cuero, sudado,
que corta el pasto
con una máquina eléctrica.
Lleva una gorra metida hasta las cejas
que tiene bordado el logo
de John Deere.
Mueve la cabeza:
el pensamiento
tiene ritmo

(“Mondo intacto”, pág. 27)


Este que ve, no solamente describe lo exterior, sino que se mete en la cabeza del muchacho que corta el pasto. Nos muestra el mundo interior además del mundo real. Mundo real que se enturbia a cada verso, ciertamente, como si a medida que leyéramos nos fuésemos embriagando y ya las cosas no fuesen tan claras como parecían. Y es así que debemos volver a empezar.
“El delirio revela una larga preparación en las tendencias antiguas del carácter”, dice la cita al comienzo. Y dice que la dice “J. L.”.  Y aquí otra vez se nos nubla la vista. ¿Por qué el misterio del autor de una cita tan clara? Entendemos que se refiere a  Jacques Lacan, aunque bien podría ser John Lennon, Juan Lavalle o el mismísimo Juanele, según sugirió Claudia López Swinyard el día de la presentación del libro.
Aquí sostendremos que remite a Lacan, gran teórico del delirio, que nos dice que la personalidad delirante es un proceso que viene de la normalidad previa (es decir, los rasgos que tenía el delirante antes de llegar a esta nueva situación) Y los dos delirios más famosos son el de grandeza y el de persecución, que en la misma intensidad y con sentido contrario afectan al país: los argentinos somos lo más grande que hay, escuchamos todo el tiempo. Pero también que siempre nos quieren perjudicar. Esto es visiblemente notorio en el deporte: desde Firpo para acá, pasando por la selección del ’66, Reutemann en el 82 o Maradona en el 94, creemos que hay un sínodo internacional que pretende perjudicar al argentino, que es más inteligente y capaz que cualquiera.
Tal vez por eso Plaza Sinclair lleva el nombre de un marino estadounidense que peleó en la Armada argentina, muchas veces a las órdenes del Almirante Brown. O elige a los gorriones, esos pájaros pequeñitos y del color de la tierra que con sus trinos son la representación de la alegría y el triunfo de los humildes para comenzar los cuadernos de Gari.
Apenas amanece
–a veces, antes–,
los gorriones bajan
 en bandada
de los árboles

(“Lo primero”, pág. 21)

Cuadernos que empiezan de manera estridente y a los gritos (la humedad es una trompeta;  pág 11) como el Combate de San Lorenzo (la calle Sinclair se choca con el Parque 3 de febrero). Alguien llama a otro / … a gritos pelados (Pàg. 12) ; La ventana, hijos de puta, grita la gallega (Pág. 14); Gari, gritan a la distancia (Pág. 15). Y otra vez en “Mondo intacto”, nos encontramos con un paroxismo de gritos:
Alguien grita.
Llama a otro,
a alguien que es sordo o está lejos.
No lo escucha y vuelve a gritar.
Es un grito desarticulado,
más de auxilio
que de convocatoria;
sin embargo, por el contenido
–se distingue un nombre propio–,
queda en claro que es de convocatoria.

Es un grito de hombre, grave,
Adelgazado por la tensión.

Es un grito crudo,
destemplado.

Se escucha tres veces
y, después, en el silencio,
se siente su falta.

(“Mondo intacto”; Págs. 27–28 –las negritas son mías–)

Asì como dice el poema, luego vendrá un silencio,  que nos llevará hasta una revuelta popular hacia el final. Es la utopía de las cosas posibles.

Volviendo a la escritura, digamos que este delirio que nos anticipa Consiglio se asemeja (en cuanto proceso, y no en cuanto delirio) a su propia evolución como escritor: en estos poemas está la escritura anterior: hay personajes, hay climas, hay descripciones y hay irrupciones del narrador / yo poético que se manifiesta en comentarios entre guiones, como puede apreciarse en las citas anteriores. Pero veamos un ejemplo del cuento “Diagonal Sur”, que abre Villa del Parque:
En junio de 1912, un buque mercante demoró más de la cuenta en entrar a Buenos Aires. Fueron horas de espera que los pasajeros –todos en cubierta– aprovecharon para reunir elementos con los que imaginarían el futuro. Vieron grúas, silos, un grupo de gente helada –la temperatura era de –2ªC– y el perfil dentado de una torre. El resto estaba vedado por la neblina. El descenso del barco –un completo caos– constituyó el fin de una etapa. Sin embargo, en la cabeza de los recién llegados se alojó la siguiente. Pensaron que la vida se iniciaba, que empezaban de nuevo. De la multitud se desprendió un muchacho –corpulento, alto, pelirrojo– que atravesó el puerto con paso rápido, como si lo conociera, y salió a las calles del centro.
(Villa del Parque; Eterna cadencia; 2016; Pág. 9 – Las negritas son mías)
Tenemos, en síntesis,  una poesía que proviene de unos cuentos y que guardan la marca de autor en su factura tanto como en sus imágenes: esa descripción de Buenos Aires y del pensamiento de los personajes nos remiten al muchacho que corta el pasto con su gorra de John Deere; así como a las irrupciones de un narrador que aparece generalmente entre guiones a contarnos detalles que nosotros, lectores, no deberíamos pasar por alto.

Jorge Consiglio

Fernando Berton
Setiembre, 2018




[1] Consiglio, Jorge; Conejos; 2018

domingo, 25 de abril de 2021

Contar y no contar

 


Contar puede tener diferentes acepciones. Por un lado, puede ser numerar cosas considerándolas dentro de una categoría homogénea. Por otro, significa narrar un hecho, real o ficticio. Esta última, a veces, puede coincidir con la primera: hacemos un conteo de los fallecidos por la covid-19 cada día con la intención de graficar lo difícil que está la situación luego de un año largo en que empezó la enfermedad en Argentina.

En nuestro artículo “La covid-19 mata” decíamos que nada sabemos de los fallecidos por esta enfermedad: ni sus nombres, ni sus historias de vida, sus gustos o sus disgustos.

Hoy vemos que así como ocurre siempre, solamente se hace una semblanza del muerto si es famoso por alguna razón. En las últimas semanas han fallecido periodistas, cosa que hizo que volvieran los barbijos a los estudios de TV, e imaginamos que también a los de las radios y las redacciones de los periódicos. Sin embargo, no deja de llamarnos la atención que se sigan promoviendo actividades que propician el contagio de esta enfermedad, cuando estamos en el mejor momento para evitarlo. En efecto, ya hay una gran cantidad de personas que han sufrido la enfermedad, millones que han recibido la vacuna, y un flujo de arribo de dosis que va en aumento. Es decir, una buena parte de la población tiene ya algún tipo de inmunidad. Es el momento justo para hacer uno de los últimos esfuerzos a fin de lograr que los contagios bajen, pero que si ocurren bajen a la vez la gravedad y la mortalidad.

Pero no. Se sigue en un desenfreno de descuido y se propician actividades que lo único que hacen es movilizar a la población y conducirla a situaciones donde la protección disminuye fuertemente. ¿Acaso alguien tiene la habilidad de fumar bajo al agua así como la de tomar cerveza o comer con el barbijo puesto? ¿Todos los padres llevan a sus hijos a la escuela en auto, ninguno toma un tren, un colectivo? Sabemos de la existencia de los antivacunas porque no les tocó tener muertos por tuberculosis, viruela, poliomielitis entre las más comunes. Todos ellos, antes de ser anti vacuna fueron vacunados. Y si no lo fueron, por alguna rara excepción, estuvieron a salvo por la gran cantidad de niños vacunados gracias al calendario obligatorio impartido desde el estado. Ese el concepto de salud pública: vacunar a los individuos para cuidar la salud de la sociedad. Es en aras del bienestar grupal que nos vacunamos, que no fumamos en lugares cerrados, que no escupimos en espacios públicos (o no deberíamos) o hacemos nuestras necesidades en la calle (ídem). Higienizar nuestro cuerpo y los alimentos también ayuda a todo esto. ¿Quién no se ha visto en la necesidad de no darle la mano a alguien por estar lleno de grasa o mugre producto de la actividad que realizaba justo antes?

Entonces, querido lector desprevenido, hoy queremos rendir  homenaje a todos los fallecidos por Covid-19 en Argentina, y lo hacemos através de Guillermo Abel Gómez, que el 7 de marzo de 2020 fue el primer fallecido por la enfermedad en el país, a la vez que hacemos llegar nuestras condolencias a sus familiares y amigos.

 

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Fernando

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